En estos días, luego de leer mis primera notas en el blog y de decirme lo mucho que le gustaba, mi mamá con la adorable practicidad que la caracteriza, me preguntó si en definitiva iba a colocar recetas o si solo me dedicaría a filosofar, lo cual me causó muchísima gracia.
En realidad, no veo lo que escribo como fragmentos puramente filosóficos, pero no cabe duda de que cuando alguien crece con la influencia de la cocina, tiene una particular filosofía de la vida, en la cual, la existencia está marcada por la búsqueda de la armonía de sus ingredientes con el fin de que no solo se vea bien, sino que también tenga buen sabor y siempre se quede uno con ganas de mas.
Desde hace un tiempo ya, descubrí que hay esencias, especias, hierbas o incluso combinaciones de ellas que causan efectos particulares en cada persona.
En mi caso, descubrí que la vainilla, (cuya influencia en las comidas es espléndida -cualquier postre que tenga vainilla es un éxito seguro-, y su sólo aroma es fabuloso), me calma, me serena y siempre, aun sin quererlo, una sonrisa de satisfacción aflora en mi.
De hecho, no solo en la preparación de comidas la disfruto, sino en cualquier forma en la cual pueda deleitarme con ella: velas, inciensos, limpiadores para mi casa y hasta perfumes, cremas y jabones que yo misma uso.
En estos tiempos en los que la vida va a un ritmo tan acelerado, me gusta pensar que hay pequeñas maneras de seguir el paso sin olvidar lo que somos y lo que nos gusta y sin dejar de lado la esencia que caracteriza a cada uno de nosotros y que nos mantiene en armonía con el mundo.
Yo creo, que si existe un cielo para cada quien, el mío tiene olor a vainilla...
Mafe...Que linda casualidad, a mi tambien me encanta el aroma de la vainilla (por eso es el unico que uso en casa) y en el taller las niñas siempre me dicen: Profe se ha dado cuenta que su casa huela a torta recien sacada del horno...! Me gusta que me recuerden con ese aroma...ummm a galletica ...jajaja es q soy muy dulce...Besitos
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