Desde hace un tiempo para acá, quizás debido a la influencia cercana de Argenis, el impulso que siempre he tenido latente de comenzar a escribir tomó auge, fuerza y corazón. No puedo decir que soy escritora, pues no lo soy, y tampoco pretendo hacer de este espacio un ensayo literario sobre ningún tema en particular.
Pero tampoco se dejen llevar por el nombre de este pequeño blog, pues, podría pensarse que tiene algo que ver con los Beatles (grandiosos Beatles) y su trascendencia musical o con los desvaríos de una quinceañera enamorada, es mas bien un conjunto de vivencias, anécdotas, gustos, actividades placenteras y cualquier otro asunto que definen una humilde visión de la cotidianidad con el ánimo de reflexionar, compartir, crear y hasta distraer y divertir, en la medida de lo posible.
La vida, si lo vemos desde cierta perspectiva, puede ser como una fresa, según el momento en que la degustemos: dulce y jugosa, o ácida y a veces hasta seca; tener ese color intenso con el cual siempre relacionamos esta pequeña fruta o estar aun en proceso de obtenerlo, todo depende del tiempo y del cuidado que reciba.
La fresa, en ocasiones puede ser parte de una comida, y una comida por lo general tiene un proceso que la lleva a ser lo que es. Este proceso, es el hermoso arte de la cocina, del cual disfruto enormemente y me encanta poder compartir de vez en cuando y dejar fluir los sentimientos que siempre están ligados a las comidas y que están presente a lo largo de nuestra vida.
Pero no solo la cocina o la comida definen lo que son las personas (aunque si creo que la gente refleja mucho de sí en lo que le gusta comer), están muchas otras cosas a veces triviales, a veces no, que van dando forma, color y carácter a cada uno de nosotros y a la vez, cada uno de nosotros va creando lo que llamaría, quizás de un modo ligero, un campo de fresas.
Mucho aun por pensar, mucho aun por decir, mucho aun por compartir, pero así comienza mi travesía...
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