martes, 14 de marzo de 2017

A la hora del te...

Hay semanas que son, digamos, que algo difíciles, y arranco este post de esa manera, porque son los momentos así los que sirven para valorar las cosas buenas, y aunque puedo enumerar algunas cuantas con las que he sido bendecida, quiero dedicar estas líneas a una en especifico: mis amigas.

Ya sea a través de una llamada telefónica, una conversa de whatsapp, un breve encuentro o una tarde de te con dulcitos,  tengo la enorme dicha de contar con algo tan valioso como es el afecto de cada una de ellas; seres individuales, una muy distinta de la otra, e incluso unas mas lejos que otras, pero puedo decir sin ninguna reserva que con cada una de ellas existe una relación de amistad.


Y cuando digo amistad, no lo digo a la ligera. La vida me ha enseñado que no toda persona que dice ser amiga realmente lo es. He visto  como muchas personas simplemente aparentan ser algo que no son y otras, creen ser amigas, pero en el fondo esperan algo mas. El interés, la necesidad  o la dependencia jamas serán el sustrato de una sana relación de amistad.

Por eso, si tienen la suerte de tener amistades realmente sinceras, que se sustenten en el mutuo respeto, la confianza y el cariño, tienen un tesoro inefable.

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