jueves, 19 de marzo de 2009

Aroma de Café


Café para olvidar
Azucar para mis heridas
Leche para aclarar las penas del alma mía
Esencia del placer
Corriendo vas entre mis venas
Mi mente borrándote 
El corazón que me condena 
Sorbo a sorbo me desconozco
Me pierdo en el aroma de un café...

Así empieza una de las muchísimas canciones que hablan sobre el café. 
A nivel mundial, el café está presente y son muy variados los tipos de granos de café de los cuales se obtiene el producto ya procesado, así como las formas en que es preparado. Por ejemplo, en cuanto a la forma de hacer la infusión tenemos al Café turco (el cual es el método mas antiguo), el café filtro, el café expresso, el ristretto (aun mas concentrado que el expresso) y el café en dos, que es una variante reciente del café filtro y el expresso.

Además, están todas sus presentaciones. Desde el servido con leche (latte macchiato, café con leche -café latte o en frances café au lait-, cappuccino, café cortado o macchiato) hasta todas las variaciones calientes o frías y con ingredientes agregados como cremas, licores o especias (café americano -conocido por nosotros como guayoyo-, café árabe, barraquito, bedoña, boberón de Milán,bombón, carajillo, café moca, frappé, irlandés o vienés entre muchos).

Sin dejar de lado, todas las tazas, vasos, mugs y demás recipientes que podamos imaginar, diseñados para verter el café.

Pero lo cierto es, que para los que disfrutamos de esta bebida, además de percibir sus impares atributos a través de nuestros sentidos, lo mas importante reside en lo mucho que, tal y como lo sugiere la estrofa de la canción de Los Hidalgo, puede reconfortarnos un café. Parece mentira, pero cuando pienso en un café, mi mente no solo recrea su olor y su sabor, sino que   también vienen a mi memoria una infinidad de momentos muy ligados a él.

Para mi, un cafecito negro recién colado, me transporta a mis mañanas en las que en medio de la corredera por salir temprano  para evitar el tráfico inclemente, siento que su olor empapa mi casa y me aferro a esos cinco minutos en los que Argenis y yo, nos tomamos la taza de café que nos da la clave cierta de que el día ha comenzado; o los fines de semana, en los que con calma y tranquilidad puedo disfrutar de ese pequeño placer. También pienso en ese momento en el que luego de almorzar, me doy el lujo de olvidar brevemente las obligaciones pendientes y disfruto mi café. No menos importante, cuando estando de visita en la lejana casa de mi mamá, ella siempre me tiene mi café (de valor incalculable pues es hecho por ella) servido en la taza que mi papá compró pensando en mi y que siempre me espera en el gabinete de su cocina.

Por otra parte, pensar en un café con leche, en cualquiera de sus variaciones, me lleva a pensar en esos momentos -cada vez mas raros-, en los que los amigos nos reunimos en algún "Café" y conversamos sobre todo y sobre nada, y nos reímos de cualquier cosa. También aquellas noches en las que Argenis y yo, aun no teníamos la dicha y la responsabilidad de ser papás, y salíamos en cualquier momento de la semana al cine y depués, en algún lugarcito, nos tomábamos ese café nocturno que no podíamos dejar pasar. Y cuando el ejercicio de mi profesión se hace agotador, nada mejor para reanimarme como un break para un "conlechito".

Cuando lo pienso, me parece increíble cuanto puede caber en una taza de café...

1 comentario:

  1. Nelson, que bueno que te guste mi forma de escribir, pero yo soy la hermana de Carla, Mafe.

    Saludos, y gracias por lo de bebota

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